
Buscaba la respuesta correcta, y el silencio se hacía eterno ante la pregunta inesperada de:¿Quién eres?
Vacilante, titubeé repitiendo la pregunta. Buscaba sofocar ese silencio y darme más tiempo para pensar:¿Quién soy?
No me preguntó mi profesión, ni mi origen, ni mi filosofía de alimentación, ni siquiera la generación a la que pertenezco. Nada que me clasificara, estandarizara y abanderara mi definición.Bromeé sobre la profundidad de la preguntay creo haber desviado la respuesta a la descripción de mi obra.
Pero inevitablemente, permanezco en reflexión. Aunque sigo hablando, continúo cuestionándomelo; busco entre mis roles y no hallo aún respuesta.Soy madre, pero desde mis 20 años. Entonces, ¿antes no era?Soy escritora, pero cuando el agobio me roba las letras y se me escurre en el día a día los grafemas, entonces, ¿no soy?
Cuando me invade el enojo, me describo como un arma letal: furia contenida bajo presión, años de rabia acumulada que, hirviente, amenaza con explotar. Pero hasta entonces seré, y no soy.
No obstante, también soy calma, momentos taciturnos cuando, inmovilizada por pensamientos aturdidores como un juego de pinball, golpeteando campanillas que me hacen pensar que soy indecisión.
Y otras veces soy alegría, y mis carcajadas brotan como cascadas frescas hasta hacerme doler la panza; son refugio y evocación, cuando, cansada de esquivarla, me dejo atrapar por la tristeza.Y soy creatividad, cuando el dictado perenne que galopa en mi cabeza da tres pasos al frente y le dice al tiempo: “Detente”, y me permito escribir.Y soy pasión cuando te pienso, e inocencia cuando creo en un mañana, e ingenuidad cuando tengo fe, e incertidumbre al perderme constantemente de mi centro. Y soy reproche al ser dura conmigo, hasta que entiendo que son voces de antaño, que retumban fantasmales en las catacumbas; una vez más las exorcizo y vuelvo a ser orgullo.
Luego, busco la respuesta en los ojos de los otros. Escucho su llamado y, entre designios,
proto-nombres varios, apodos y etiquetas, resueno con cómo me nombra mi entrevistador. Me concentro en su palabra y escucho que ahora me llaman poeta.
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