PARECE QUE FUE AYER CUANDO ME PICÓ EL ALACRÁN
Bueno, pensándolo bien fue ayer, pero ese pequeño pasaje al infierno me dejó tantas experiencias que pareció un viaje psicodélico de muchísimo tiempo, en una montaña rusa de emociones sensaciones y reflexiones.
Lo primero que piensas es … no, no piensas, solo sientes dolor, y si no te diste cuenta que ocasionó el piquete, no lo entiendes, ¡¿qué cosa que no viste venir te está haciendo sufrir de esa manera?
La sensación es comparable a que se te entierre una aguja hipodérmica, pero con electricidad. Inocentemente crees que si no sueltas el dedo (en este caso me picó en el dedo) evitarás que el dolor se expanda. Como en ese momento creí que era una aguja, me negaba a soltar el sitio de la picadura, suponiendo que con eso detendría en viaje de un objeto metálico por mi torrente sanguíneo. Grité de dolor sorprendida por la intensidad de la sensación que se incrementaba al pasar los segundos, pensé que en cualquier momento me daría tregua y llegaría el alivio, cuando mi cuerpo aprendiera a lidiar con la novedad y pese a mis lastimeros intentos eso no pasó. El veneno continuo su recorrido cruel, sin tregua ni compasión.
Así que fuerzo una sonrisa cada vez que él acude a preguntarme cómo estoy. Convirtiendo mi sonrisa en un balancín de parque que sube y baja según su presencia.
Luego alguien por fin lo encuentra (al alacrán) y todas esas posibles conjeturas hasta ahora se aclaran, lo que pensaste que era un alfiler inerte, tiene ahora un ente vivo detrás y sabes que te quiso hacer daño, tendría sus razones, miedos, defensas, pero el hecho es que te lastimó con toda intención, no fue tu mano torpe posándose descuidada en el peligro, no, el animal agazapado, esperaba escondido el momento de atacar o de defenderse según él. Recordé la fábula del alacrán y el sapo, lo imaginé disculpándose en su naturaleza. Como imitando el dialogo del caza recompensas en Django sin cadenas” no me pude resistir”.
Se le suma otro componente pintoresco a la situación, soy madre, y no puedo entregarme a mi dolor y gritar y blasfemar con todo mi derecho, porque ante la entrada en escena de mi hijo, debo disimular que todo va bien para no incluir su angustia al momento. Así que fuerzo una sonrisa cada vez que él acude a preguntarme cómo estoy. Convirtiendo mi sonrisa en un balancín de parque que sube y baja según su presencia.
Te comienzas a preguntar, y si soy alérgica, y si se me cierra la garganta y si me corto el dedo, bueno que les digo, se piensa,
Luego viene lo de siempre agradecer, pintar los peores escenarios y darse cuenta que en realidad fui afortunada, no estaba sola, tengo un servicio de asistencia a emergencias médicas, el alacrán estaba en la silla de ruedas de mi otro hijo, así que bien pudo haberle picado a él una y otra vez antes que notara qué lo estaba haciendo llorar. Y si yo con mi tamaño la estaba pasando tan mal, no imagino la reacción en su cuerpecito.
Después fue cuestión de esperar que los corticoides y mi propio cuerpo hicieran lo suyo para hacerme sentir mejor, junto con sus respectivas cavilaciones, me pregunté cómo era posible que un aguijón tan pequeño pudiese producir tanto dolor. Recordé que justo el día anterior, enojada por cosas que no vienen al caso, hablaba de estar envenenada, de decir cosas duras por que la rabia me tenía destilando veneno. De ese que uno se traga sola y regurgita, rumiando las decepciones como cuando se arrancan las costras de los raspones, causándose más dolor que cuando te hirieron inicialmente. Créanme, no volveré a usar esas metáforas envenenada, ponzoñosa sin darles todo el sentido y la fuerza a la palabra. Ya sé exactamente de qué se trata.
Saben que es lo peor, no hay nada que me garantice que no me volverá a pasar. Aunque estoy segura que dándole tiempo al tiempo, después del dolor, lo superaré todo y tendré nuevamente otra buena historia que contar.
Me encantan tus historias, en la vida muchas veces nos encontramos con varios alacranes, hay que estar alertas e identificar que nos esta provocando ese dolor, de donde viene para asi poder saber como proceder y que esperar, alejarnos de esos alacranes.