“Haz planes para que Dios se ría de ti”. La frase llegó a mí en una película. Aunque me llamó la atención, no esperaba que se me convirtiera en una enseñanza permanente y una forma de asumir la vida. A mí, que soy intolerante a la improvisación.
Yo insisto que en esta vida no hay recetas, pero no es correcto despreciar la experiencia ni dejar de explorar todos los escenarios posibles y si es el caso, asumir las consecuencias de nuestras decisiones, pecho firme y frente elevada
No creo sin embargo que la frase sea una invitación a la entropía, ni un guiño querendón “al deje así a ver qué pasa”. Al contrario, lo veo como un reto a ser organizado, tratar de anticiparse a los escenarios probables que el azar o el infortunio nos quiera arrojar y aun así tener un plan B, C y hasta Z.
Es tener esa maleta del Hechicero dispuesta a echar mano de las herramientas necesarias para afrontar la situación. Es un convidar a llenar la alacena de recursos y estrategias como un almacén de fuerzas para cuando creamos todo perdido. Y al igual hormiga de fábula trabajar para el invierno, sin referirme concretamente a lo material sino a lo emocional.
Saber que en el camino habrá tropezones que nos obligarán a ponernos en pie a pesar de las heridas y si es necesario cambiar la ruta o devolvernos para retomar el sendero correcto. Así por lo menos si las cosas salen mal, tendremos la satisfacción de saber que dimos lo mejor de nosotros.
Tampoco se trata de caer en la parábola de los tres hermanos, ninguna estrategia predefinida y rígida funcionó, hay que parar de vez en cuando, para levantar la vista, pero los dos ojos atentos al mismo objetivo. Muchas veces también será necesario volver la mirada atrás para no olvidar por donde veníamos o en que nos equivocamos.
Yo insisto que en esta vida no hay recetas, pero no es correcto despreciar la experiencia ni dejar de explorar todos los escenarios posibles y si es el caso, asumir las consecuencias de nuestras decisiones, pecho firme y frente elevada, con gallardía, pero también con la flexibilidad para bajar la cabeza cuando nuestras equivocaciones traigan sus respectivas consecuencias. Eso sí, sin quedarse así mucho tiempo, que la historia aun no acaba y ya debemos planear nuestro próximo paso. Aunque ahora que lo pienso… quedarse quieto a veces también puede ser una alternativa.
Quedarse quieto....entrar en pausa, como en el ajedrez. Es hacer un alto en el camino para decidir mejor. Parar, respirar, pensar y seguir pero no quedarse ahí...el juego debe terminar en tu jaque mate