
Suelo pensar que mi vida va en espiral, a lo largo de mi historia vuelvo a los mismos lugares, pero claro está en un momento diferente, en una circunstancia distinta, es como si me esmerara en recorrer mis propios pasos, probando qué tan a finada está mi madurez para afrontar los mismos espacios, es un test de vida que evalúa qué tan aprendidas fueron las lecciones y qué tanto fue mi crecimiento.
Es así como al salir del bachillerato llegué a estudiar a la Jorge Tadeo Lozano en Bogotá, quinceañera, provinciana, asustada y friolenta, me enfrenté a la urbe gris con no muy buenos resultados, me devolví abrumada al inicio del segundo semestre, con unas ansias locas de desenvolverme en lo mío, en mi esencia en mi casa. Quince años después la vida me volvió a poner en la Tadeo, terminé ahí mi maestría laboré en sus laboratorios y digamos que culminé el ciclo y pude pasar confiada esa página. O qué tal ahora que vivo cerca a la playita donde me escapaba con hijo mayor, pero esta vez me acompañan 22 años después sus hermanos menores y me escapo con ellos a ver atardeceres y darnos tímidos chapuzones en este tiempo pandemioso de permisos intercalados y restricciones saltarinas. Este año esa espiral tuvo otro componente y fue el de personas que volvieron a mí, pero esta vez ocupando nichos diferentes y me siento como haciéndoles casting a antiguos actores interpretando nuevos roles.
Me asusta pensar que la espirar no vaya hacia arriba y en vez de saltos y evoluciones a una mejor representación de mí misma, se trate de un tornillo que me haga girar hacia abajo,

Me asusta pensar que la espirar no vaya hacia arriba y en vez de saltos y evoluciones a una mejor representación de mí misma, se trate de un tornillo que me haga girar hacia abajo, entonces negocio con mi pesimista vocecilla interior y acordamos que nuestra espiral está horizontalizada, como las planas de caligrafía del profesor Zúñiga, y que en todo caso vamos hacia adelante y de alguna manera se está avanzando, así el trazo sea irregular o no se goce de total simetría. Y hasta aquí tenía pensado este escrito, pero algo particular me pasó que me hace querer abordar otro tema. Buscando ilustraciones en internet, esas libre de toda culpa al copyright, me encuentro con que hay todo un compilado sobre crecimiento espiritual que plantea una evolución del ser en situaciones que van en espiral, mi espiral es referente a los sitios en este caso, pero el concepto es el mismo. Todo esto me hace pensar que existe una sola verdad y que por más sinuoso que sean los caminos que escojamos para aprender, irremediablemente vamos a llegar a las mismas conclusiones. Esta misma percepción la tuve el día que descubrí que en cada situación existía la belleza y que saber encontrarla en lo absurdo, en lo injusto o en cualquier situación que a simple vista careciera de ella, era la verdadera esencia de la sabiduría. Pero este descubrir mío, no fue más que el hallazgo del agua tibia, pues muchos han escrito sobre ello, dictado discursos y elaborado películas al respecto. Sin embargo, esto me permite distinguir que finalmente si he desembocado en una verdad.
Mi espiral es referente a los sitios en este caso, pero el concepto es el mismo. Todo esto me hace pensar que existe una sola verdad y que por más sinuoso que sean los caminos que escojamos para aprender, irremediablemente vamos a llegar a las mismas conclusiones.
Gracias Beto, para mi es muy importante el apoyo de los amigos. Recibe un abrazo fraterno.
Precioso leerte.