Son realmente afortunados quienes encuentran a ese alguien con quien entablar una amena conversación. Si realmente lo piensas y analizas tus diálogos diarios, encontrarás que tus interlocutores no siempre entienden lo que les dices, no le dan el mismo sentido que tú a las palabras y debes desgastarte en tratar de explicarlas, hasta terminar en un agotado “deje así” mental.
Las barreras que no permiten ese armonioso vaivén de mensajes, pueden tratarse de factores radicales como el tiempo y el espacio, un origen diferente, una brecha generacional donde palabras y códigos ya han perdido vigencia o aparecieron recientemente dejándote en la total ignorancia de un contexto, o los abismos de convicciones morales totalmente opuestas o ideales divergentes. Hasta las causas perdidas como la escueta falta de interés en escuchar, en conectar con el otro.
Descubrir que existe quien tiene tus mismos intereses, es un verdadero hallazgo. Que tenga tu misma pasión por comunicarlo, es muy improbable, como lo es que conozca tu historia de vida y no debas anexar a cada comentario una descripción categórica de lugares costumbres y antecedentes.
No es cuestión de expresarte, la expresión siempre sale a flote, es incontenible, no se amarra a condicionantes, ella se desborda, no hay compuertas que la aten, sea en un monólogo escrito a través de un blog, o pintando una obra dramática o bailando a pies reventados sobre tablas.
Se trata de ese dialogo de mirada atenta, que se retroalimenta, que emociona, esos donde te sientes subidos en el mismo tobogán, en el que el otro termina tus frases y siempre quedas con ganas de más.
Puedes apaciguar esa ansiedad en la búsqueda, solucionando parcialmente tu necesidad, hablando temas específicos con personas en particular para circunstancias muy concretas. Pero en cuanto encuentres a ese alguien abierto a escucharte, interesado en lo que dices, dispuesto a también contarte, trata de mantener todos los sentidos alertas, para reconocer el momento y atesorarlo como único, porque habrás conocido la magia de coincidir.
Vengo de leer sus poemas en el libro Susúrrame un poema Magdalena. La busqué sin pensarlo, espero seguir leyendo más de su obra