Me abrazo a la nostalgia al escuchar esta canción…
Cuando la oía, tal vez en los momentos de mayor fragilidad existencial, derivando en el mar de emociones que suele ser la adolescencia, sin más compañía que yo misma, hacía mía su emoción, era mío su sentimiento, me reconocía en sus palabras. Absorta en su melodía, hechizada por los giros del acetato, me adentraba en sus surcos para transportarme a los lugares que inspiraron al autor, podía verlo, ese atardecer.
Ramazzotti, en algún momento, tuvo mi absoluta devoción, siendo el catalizador etéreo de descubrir mis propias emociones. Él podía expresar lo que yo sentía, sus letras se aglomeraban en mi pecho causándome una especie de ahogo, que acaricia los límites de la desesperación, así como cuando te sumerges muy profundo y ya de vuelta a la superficie dudas si te alcanzará el aire. “Aguanta un poco más” te dices. Para luego otorgarte, en el momento justo, esa bocanada de aire vestido de un despliegue de batería que te permite esa inhalación profunda, que te devuelve la paz, transformado esa tristeza que te constriñe el alma al alivio de sentirse reconfortado.
Al escucharla hoy la sensación fue distinta, Mi nostalgia se vuelve melancolía. Pienso en mi como esa amiga, de la que habla la canción, que partió para siempre, y extraño esa niña que fui, creyéndola perdida en el ayer. Esta vez se me aglomeran en el pecho los reproches, pensando que le quedé debiendo, que no la dejé desplegar sus talentos, que reprimí sus sueños. Permití que le dijeran que no era bella y que sus facciones estaban mal y que recibiera los apodos ingeniosamente crueles de quien esperaba afecto. Puse su autoestima en manos de otros, la obligué a buscar la aprobación de los demás. Me sumerjo en la profunda culpa de haberla callado, condenándonos a esta adultez de inseguridades.
Y es cuando la música vuelve a tintinear su magia sanadora, transformando ese ahogo a pocos metros de la superficie en esa inhalación profunda que llena de aire tus pulmones y de perdón tu pecho, solo entonces, la puedes escuchar susurrar, sigo aquí, somos bellas, somos sabías, somos buenas. Reconciliadas entendemos, que el momento es hoy, no hemos de esperar a que una versión nuestra nos visite siendo ancianas y nos invite a cabalgar hacia pasado para volvernos a liberar de culpas.
Esta vez la descarga de batería es un empezar a construir una relación amorosa con nosotras mismas, un reconocernos y amarnos como siempre lo hemos merecido, repleta de promesas de que cuidaremos de nosotras y no pondremos nuestra aprobación en otros y por fin entender que no estás sola, nos tenemos la una a la otra porque esa niña que abrazaba acetatos y se transportaba por sus surcos a lugares desconocidos, y soñaba, y en su imaginación volaba, aún vive en mí.
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