Ingeniero mecánico- Docente-Esposo-Padre-Soñador-Visionario-Empresario-Amigo
Jesús Céspedes
Cualquiera que me escuchó hablar de ti en nuestra adultez puede afirmar que te consideraba el hombre más brillante que había conocido. Tu sabiduría holística te permitía engranar cada proceso de vida, incluir a cada persona con su talento expreso o potencial y vincularlo a la maquinaria para desarrollar un proyecto, eras hombre de ideas y de puestas en marcha.
Te puedo ver como un alquimista moderno agregando de tubos de ensayo sustancias de diversos colores hasta formar la mezcla perfecta, la ruta de café por acá, aprovechar el paisaje verde de la Guajira ese que nadie ve salvo tú, la finca de una amiga por allá, el grupo de turistas con la inquietud por conocer el proceso de molienda, el encanto de lo artesanal, tus alumnos del SENA creando mejoras en el paso a paso, implementar lo aprendido en Alemania, todo con el fin de generar bienestar.
Pero la cosa no quedaba solo en procesos productivos, tu aplicabas tu inteligencia a lo esencial y verdaderamente importante, no eras el genio loco aislado del mundo encerrado en tu laboratorio de ideas , no, tú sabias en que radicaba la plenitud, en un sentido práctico y coherente pusiste igual entusiasmo que en tus procesos creativos la constitución de una familia amorosa, estabas plenamente consciente de la fortuna que era tener un hermoso hogar, y lo ibas puliendo, deteniéndote para observar y replantearte estrategias en la medida que la vida te enfrentaba a nuevos retos, la adolescencia de los niños, la permanencia de muchos años con tu pareja, te dabas a la tarea de parar, observar, reflexionar, acomodar estructuras y continuar amándose de una mejor manera, porque a Ruth no solo la amaste mucho si no bonito. Ruth, esa hermosa mujer que te acompañó sin condiciones, que trabajó contigo hombro a hombro y a la cual llamabas acertadamente “mi bendición”.
Era gustoso verte compartir con tus hijos o cuando hablabas de ellos en su ausencia y se te cristalizaban los ojos al mencionarlos. Fuiste un padre amoroso siempre preocupado por educarlos bien y por dejarlos ser.
Me siento defraudada Chu. “May May” , me decías , “confía, todo va a estar bien” … y no lo estuvo Chu , porque ya no estas, me quedé con una sensación de orfandad y no dejo de pensar en lo injusta que es la vida, y lo triste que es que ya no estés , es de esas cosas que nunca terminaré de entender .
Es paradójico, no habíamos pasado juntos un cumpleaños mío en estos 30 años de conocernos y celebré, por cosas del destino, este último contigo y tu familia en “Casa Vieja café bar” esa tu empresa que te tenía tan orgulloso, permitiéndome además ese destino azaroso, hacer ese viaje a la Guajira que me llenó los sentidos de sensaciones tan maravillosas, el muelle, la brisa, el mar y las mariposas amarillas. Y escucharte cantar mi agüita amarilla, todo esto lo hizo un cumpleaños inolvidable, pero que fuera el último contigo a tan cercano tiempo de tu insospechada partida, le dejará además una indeleble marca de dolor.
Adiós Chu