Ángela, hace muchos años, dejó la comodidad que un trabajo formal le brindaba para dedicarse a escribir, en un acto que muchos llaman locura y yo reconozco como valentía y coherencia, decidió no negar más su esencia y escuchar ese reclamo de su alma, que le pedía dejar emerger a la escritora que llevaba dentro y decirle adiós para siempre a la ejecutiva que le aprisionaba como coraza oxidada.

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No ha sido un camino  fácil, pero ha sido un camino hacia la alegría. Rompió los esquemas, retó a quienes la cuestionaron y comenzó a ser fiel a ella misma.

Hoy Ángela es escritora y escritora de poesía erótica, la seducen las palabras, no se sonroja con los adjetivos atrevidos, ni deja que la limiten las expresiones irreverentes.

 

Aunque su escritura es intrépida y sin pudores es sólo la otra cara de quién es Ángela. No creas que la conoces porque lees sus obras, falta conversar con esta alma indómita, para tener las piezas completas del rompecabezas que es Ángela Arévalo: Es dulce, alegre, ve bondad en todos. Esta amante de la soledad, no cuestiona, no juzga, pero defiende con uñas y dientes su individualidad, su libertad.

 

Se “Estrenó” con mi libro “Amores y otros encuentros desafortunados” como editora, fue respetuosa de mi estilo y asertiva en sus correcciones. Me enseñó con su ejemplo la templanza que se debe tener en este mundo de letras donde todo, como el papel, es frágil y en el que permanecemos expuestos.

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¡Gracias por mostrarme como se debe ser terco a la hora de perseguir un sueño!